
- Las señoritas de Avignon, 1907
- (Les Demoiselles d`Avignon)
- Óleo sobre lienzo, 243x233 cm
- Pablo Picasso (1881-1973)
- MoMa, Nueva York (Estados Unidos de América)
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PRIMER PARCIAL
Las señoritas de Avignon parece un cuadro concebido como decisivo para el Picasso de 26 años. Prueba de ello son los numerosos dibujos preparativos y el gran tamaño (casi dos metros y medio de alto). Era el mayor formato al que se había enfrentado hasta entonces. No se equivocó Las señoritas de Avignon es la obra fundacional del cubismo, aunque no cumpla con todas sus características.
A pesar de ello, este cuadro estuvo guardado en su estudio unos 15 años antes de salir a la luz pública.
Picasso se refería a este cuadro como «El burdel». Lo llamaron más tarde Las señoritas de Avignon. Es un cuadro revolucionario tanto en lo formal como en el contenido. Si bien ya se habían tratado burdeles antes como tema había sido habitualmente en formatos pequeños.
En los dibujos preparatorios había clientes marineros, pero Picasso los elimina para convertir a los espectadores en clientes introduciéndolos en la escena. Las prostitutas desfilan ante espectador y lo miran, rompiendo la visión distanciada del cuadro. Cuerpos convertidos en mercancía miran al espectador desafiando la moral burguesa donde habitualmente el varón tenía una doble sexualidad: una reproductiva dentro del matrimonio y otra mercantil fuera del hogar, en los burdeles.
En cuanto a lo formal también se trata de un cuadro revolucionario. Rompe en primer lugar con la idea de marco-ventana dominante desde el renacimiento. Muestra los elementos desde multitud de puntos de vista en oposición al sistema de perspectiva que emplea solo uno. Las narices de las mujeres se representan de perfil mientras que los ojos se muestran de frente. La figura de la izquierda parece estar de pie mientras que las de las dos siguientes parece más fácil imaginarlas tumbadas y vistas desde arriba. El caso más extremo en la figura de la esquina inferior derecha: el cuerpo se muestra de espaldas mientras que la cara se ve de frente.
Con la multiplicidad de puntos de vista se intenta desarticular el modelo figura-fondo. En el cuadro no hay profundidad y se fomenta la condición plana del soporte.
La mirada al arte de otras culturas, en este caso las máscaras africanas y la escultura ibera es notable especialmente en los rostros de las dos figuras de la derecha. Parecen traslaciones casi al pie de la letra de máscaras africanas.
De hecho, se podrían agrupar las figuras en función de las referencias del rostro. Las de la derecha mascaras africanas. Las dos del centro, escultura ibera y la de la izquierda tiene cierto modelado. Parece adivinarse el proceso, los diferentes experimentos quedan reflejados en el lienzo. Otra muestra de experimentación es la pierna de la figura de la izquierda. Parece que Picasso prueba soluciones formales, geometrizando y aproximando la pierna a las cortinas.
Las figuras están sometidas a simplificaciones y geometrizaciones. La materialidad es explícita y la ejecución, deliberadamente chapucera.
Los cuerpos de las mujeres del cuadro son de todo menos sexuales. Rompe con la idea de belleza asociada al desnudo y la idealización del cuerpo. Incorpora elementos no erotizantes y asocia esta escena con la muerte. Hay quien ha analizado este cuadro como medio de Picasso para lidiar con el miedo de haber contraído una enfermedad venérea como la sífilis que genera deformaciones faciales.
Este cuadro mezcla parámetros separados y los combina para revolucionar la pintura en diferentes sentidos. Es además el iniciador del cubismo. Una aventura en la que Braque acompaña a Picasso. Se dedican a estudiar sus posibilidades casi de manera científica, en un entorno controlado donde eliminan variables como el color para centrarse en las posibilidades plásticas.
El término cubismo surge como descalificativo reapropiado por sus ejecutores como ya había ocurrido con el impresionismo y el fauvismo.