
- El día de Dios, 1894
- (Mahana no atua)
- Óleo sobre lienzo, 70x91 cm
- Paul Gauguin (1848-1903)
- Instituto de arte de Chicago, Chicago (Estados Unidos de América)
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PRIMER PARCIAL
«Yo quiero ser un salvaje».
Paul Gauguin
Cuadro postimpresionista de Gauguin quien fue referente de los fauvistas como se puede apreciar en su uso del color.
Rompiendo con la mirada al mundo clásico típica en Europa, Gauguin se desplaza a la polinesia. Allí pinta a sus habitantes casi como si fuera un etnógrafo. Sin embargo, como estos, cae en miradas patriarcales entendiendo los pueblos como primitivos y naifs. Sobre ellos proyecta la idea de un paraíso primitivo. Es de señalar que nombre sus cuadros en el idioma nativo de la zona.
En este caso representa una ceremonia religiosa. La composición del cuadro es simétrica estableciendo su eje en el dios. A los lados las figuras que llevan las ofrendas parecen reflejar a las que bailan al otro lado del eje de simetría.
En la parte inferior del lienzo hay un amasijo de colores. Gracias a que la figura central hunde sus pies en él, podemos entender que se trata de un líquido. Parece haber un elemento simbólico que refiere el ciclo de la vida. Una figura en posición fetal mirando al líquido (el nacimiento), la figura central (la plenitud vital) y la otra figura en posición fetal, esta vez dando la espalda al líquido (la muerte). En este simbolismo se puede vislumbrar cierta visión cíclica de la vida frente a la visión unidimensional europea.
Es posible que Gauguin viera alguna de las momias de Perú en alguna exposición universal. Estas momias eran atadas en posición fetal.
En la escena se pueden observar elementos que usará Matisse en La alegría de vivir. Los personajes dedicados al placer, la música, la danza... incluso la pareja besándose. También parece adivinarse esa idea de Arcadia, de pasado primitivo utópico.